Ciudades Ancla


Nueva York, patrimonio cultural moderno

Durante mucho tiempo Nueva York fue percibida como la ciudad del permanente cambio, al mismo tiempo en que el patrimonio era asociado por sus habitantes como la necesidad de preservación de sus grandes edificios. Y es claro que la extensión y calidad del patrimonio arquitectónico y urbano generado particularmente durante el siglo XX ya de por sí justificaría esta visión.

Sin embargo, en los últimos años allí se ha desarrollado una política de identificación y valoración del patrimonio que ha incorporado nuevas dimensiones y nuevos actores. En ese plano se destacan: la puesta en valor y refuncionalización de sectores deteriorados o abandonados, donde un ejemplo paradigmático reciente es el Highline Park; así como también, los programas como Place Matters, a través de los cuales la comunidad reconoce su visión del patrimonio y reivindica la conservación de sus lugares, en lo que supone una dimensión social del patrimonio.

En definitiva, a partir de la conformación de una sociedad diversa que habita en un territorio estructurado en sucesivas capas con permanencias que permiten identificar todos los estratos de su pasado, en Nueva York se desarrollan con nitidez algunas características que son valiosas para la reflexión en la formación de quienes operarán en los ámbitos de valor patrimonial de nuestro país, que pueden sintetizarse en: una visión dinámica e inclusiva del patrimonio.


Londres

“En el siglo III, Londinium, con su puerto, era un importante núcleo de población con unos 50.000 habitantes.”* Durante el siglo XIV dicho puerto ya fue clave para la distribución de las mercancías producidas por la incipiente industria textil, y lo fue mucho más aún a partir de la Revolución Industrial – que acaeciera, precisamente, en Inglaterra. Sociedad, ciudad, arquitectura en cambio mayúsculo. Período de reformas mayores a nivel planetario; teniendo lugar no en algún otro sitio, sino allí. Incorporación de tecnología que modifica la escala de producción, liderazgo económico mundial –la libra esterlina fue la medida de referencia para marcar el patrón oro hasta la Conferencia de Bretton Woods, de 1944, cuando se decidió que el dólar estadounidense le suplantaría; la Tasa Libor (London InterBank Offered Rate) pauta la tasa de interés de los préstamos bancarios hasta el presente–, oleadas de migrantes en búsqueda de empleo, incorporación de la mujer a la vida del trabajo remunerado, vivienda como problema cardinal, segregación social y zonificación, ciudad en crecimiento, producción arquitectónica a gran escala a efectos de satisfacer el crecimiento exponencial de la demanda: en 1750 la ciudad contaba con 700.000 habitantes y apenas un siglo y medio después, en 1901, con 4.500.000 – que, en realidad, considerando las zonas suburbanas que habían surgido, totalizaban 6.600.000.

El devastador incendio de 1666 poco dejó de las construcciones en madera, de estilo normando, que habían erigido quienes por allí pasaron, durante la Dark-Age, a posteriori del retiro de los romanos. La ciudad hubo de ser reconstruida, y luego ampliada, en épocas de esplendor, con abundantes recursos en las arcas públicas y con la reina Victoria –coronada en 1837– dándole nombre al estilo que preponderara.

El cambio va, la más de las veces, unido a ciclos –el matemático ruso Kondrátiev esbozó una teoría sobre ondas cortas y ondas largas que luego retomara Schumpeter para explicar las oscilaciones en la economía mundial– y la gran recesión que sobrevino después de la I Guerra Mundial fue, a su vez, seguida por una bonanza que tuvo lugar a partir de 1930 (cuando en otro continente se estaba en crisis tras la quiebra de Wall Street, que los ciclos vaya si tienen su explicación) y que, una vez más, dio lugar a un período de estancamiento en el desarrollo de la ciudad: II Guerra Mundial, Londres bombardeada por los alemanes en 1941, severo daño a los bienes patrimoniales y desaparición de barrios enteros.

Y volvemos a construir… entramado social, ciudad, arquitectura … ya en los albores de la Londres moderna. La misma que se remodelara en torno a Picadilly Circus, el South Bank Center, Covent Garden, y la vieja zona de los depósitos del puerto: Docklands. Pero ya no en estilo victoriano… es la arquitectura en cambio.


 

http://www.londres.es/historia; consulta realizada el 9.11.2012. Los demás datos relativos a aumento poblacional son tomados también de esta fuente. Cabe consignar, asimismo, que “el verdadero origen de la ciudad se remonta al año 55 a.C., cuando el romano Julio César llegó a la zona y decidió crear un puerto al que llamó Londinium (algo así como “fuerte del lago” en bretón), en la ribera norte del estuario del Támesis.” http://www.mundocity.com/europa/londres2.html


Amsterdam-Rotterdam

Con 470 habitantes por kilómetro cuadrado y una condición geográfico-territorial singular, Holanda se encuentra entre los países más poblados por unidad de superficie del mundo.

Polders, diques, drenajes, suelo de relleno, canales y la parafernalia de infraestructuras que hacen posible habitar bajo el nivel del mar, conforman un territorio artificial cuya manifestación visual más evidente es la horizontalidad. El agua y un suelo escaso e inestable han sido durante cientos de años los sustratos sobre los que se han construido las casas de los holandeses.

Estas comprometedoras condiciones de partida dieron lugar a un uso, a un sistema de propiedad y gestión del suelo que son modelos recurrentes y a un impresionante laboratorio a escala 1-1 y en tiempo real de planificación, diseño y producción de vivienda colectiva.


Berlín, de capital imperial a líder Euro

“La arquitectura no ha sido nunca una mera cuestión de estilo. Como arte práctico que tiene que satisfacer una serie de necesidades y está estrechamente unida al desarrollo tecnológico y al modo de vida predominante en el momento, la arquitectura constituye una expresión de su tiempo”.1

El campo de las ideas, nutrido desde aspectos tan diversos como los culturales, tecnológicos, productivos, sociales, políticos y económicos, ha pautado transformaciones clave en el curso de la historia de la arquitectura. Muchas veces, por su fuerza e impacto, se han convertido en verdaderos mojones que nos permiten hoy, leer su evolución.

En ese sentido, Berlín nos ofrece un campo particularmente fértil a la hora de observar dichas transformaciones, en particular, las sufridas a lo largo del siglo XX. “La riqueza de Berlín -decía Koolhaas- reside en la impactante secuencia de sus sucesivas reencarnaciones”. 2

Desde la capital Prusiana del siglo XIX, neoclásica, de grandes bulevares y trazados pintoresquistas, hasta sus últimas suturas post-unificación -con la emblemática reconstrucción de la Postdamer Platz a la cabeza-, Berlín ha sido permanentemente afectada, repensada y reconstruida de acuerdo a los paradigmas reinantes de su tiempo.

Por ello, a través de la lectura de lo construido y del seguimiento de la huella de sus ausencias, esta ciudad nos permite recorrer parte de los momentos más significativos de la arquitectura del siglo XX:

-La Berlín capital del Imperio Germánico. La ciudad Neoclásica de los grandes Bulevares, los edificios emblemáticos y los parques pintoresquistas.

-La Berlín del Deutscher Werkbund. La unión del arte y la industria.

-La primera posguerra. La nueva objetividad (Neue sachlechkeit), las nuevas ideas urbanas y la Berlín progresista de las Siedlungen.

-La ciudad Nazi y el proyecto de Germania. La vuelta al monumentalismo neoclásico y al Art decó.

-La destrucción de la segunda guerra mundial y la guerra fría. La ciudad dividida: El muro de Berlín, dos ideologías y dos ciudades. La ciudad occidental de la Carta de Atenas y el monumentalismo socialista.

-La primer IBA de los ´60. ¿Una reconstrucción regresiva? La revalorización de la manzana frente a la ciudad de los CIAM, la recomposición de la escala de la ciudad tradicional, y la aplicación de los principios tipo-morfológicos y compositivos posmodernos.

-La IBA en los ´80. Los “vigías de la manzana” vs los “caóticos”. Dos visiones contrapuestas. 15

-La caída del muro y la unificación. La nueva ciudad capitalista.

-Las renovaciones de los 90. La reconstrucción nuevamente en debate. Los proyectos de la Postdamer Platz, la Alexanderplatz, las riberas del Spree y Friedrichstrasse.

-Berlín en el siglo XXI. Las intervenciones contemporáneas y la presencia de la memoria. El Reichstag, el museo judío, el memorial del Holocausto. El Berlín de la Alemania líder Europea y la nueva crisis.


 

1 MAGNAGO LAMPUGNANI, Vittorio (1994 ). “Una nueva simplicidad”: Reflexiones ante el cambio de milenio. En A&V 50, Madrid.

2 KOOLHAAS, Rem; MAU,Bruce (1995). “La aterradora belleza del siglo veinte”. La metrópolis europea. En S,M, L, XL, 010 Publishers, Rotterdam.

 


Barcelona, reinvención en clave pública

Pocas ciudades han vivido procesos de transformación tan radicales como Barcelona en las últimas décadas. Menos aún lo han realizado en torno a la idea dominante, y nítidamente plasmada, del espacio público como estructurador de los cambios, y con participación gravitante de actores arribados desde el núcleo académico y profesional de la arquitectura. Esto sería suficiente para explicar porqué, en medio de un largo y -por momentos- frenético viaje, “anclar” en Barcelona para vivir estos espacios, y discutir acerca de políticas, operaciones, mecanismos puestos en juego y resultados, in situ.

La transformación de una ciudad post-industrial en decadencia en una ciudad global de servicios, turismo y cultura, con la excusa del evento mediático-deportivo de los Juegos Olímpicos de 1992, no constituye el único aporte de la capital catalana a la historia de las transformaciones urbanas y a la evolución de la idea de espacio público. Antes y después de esta “reinvención” esta ciudad ha suscitado episodios de relevancia que la vuelven un campo propicio donde rastrear concepciones de ciudad a partir de intervenciones de calidad en el espacio público.

La abigarrada trama medieval es el vestigio físico más relevante de la próspera ciudad de los siglos XIII y XIV, en la que artesanos y comerciantes plagaban calles y plazas, definidos como espacios de trabajo y transacción. Un modo nuevo de usar y sentir los espacios urbanos se gestaría lentamente, funcional a los valores de una nueva clase emergente: la pujante burguesía. Intervenciones de la Ilustración academicista en el tejido medieval, como la Plaza Real, así como las Ramblas y los equipamientos asociados, son manifestaciones de este cambio. Además de celebrar el poder e “higienizar” -ciudad y sociedad- las nuevas intervenciones producen espacios específicos para un novedoso tiempo de ocio. Espacios donde mirar y ser visto. Espacios que se vuelven, por primera vez, objeto de contemplación y de valoración estética. Había nacido el Paisaje.

El emblemático ensanche Cerdá, de la segunda mitad del siglo XIX, proyecto de crecimiento de la ciudad más allá de las murallas, plasmará estas ideas en un nivel escalar superior. El modernismo catalán calificará, en el cambio de siglo, con rasgos de genialidad individual, el nuevo tejido, y Antoni Gaudí escribirá un capítulo especial en la historia de los parques urbanos de principios del XX en el Parc Güell. La agonía de la prosperidad, hacia la década del treinta, dará paso al franquismo, crisis mundial y guerra civil mediante. Aislamiento y desarrollismo, pautarán las décadas siguientes, con la pérdida de valores urbanos consiguiente. La democratización, en los setenta, traerá consigo los debates sobre el futuro de la ciudad, en un clima de efervescencia cultural que, en lo disciplinar, hará de Barcelona un productor de ideas, actores e intervenciones de referencia.

La ambiciosa operación de reapertura del frente costero, con mudanza del puerto y nuevas playas incluidas, se verá complementada con múltiples micro-intervenciones de sutura en el Barrio Gótico, El Raval y Gracia. Plazas y equipamientos públicos asociados definirán el vocabulario básico de un sistema de operaciones con no menos pretensiones e impacto real que aquella.

El cambio de milenio incorporará el énfasis en la visión metropolitana. En la extensión de la diagonal y la burbuja inmobiliaria respirará buena parte del star-system de la arquitectura (el parque de Poblenou, de Jean Nouvel, es sólo una de sus perlas más polémicas). Mientras tanto, otros aires pretenderán iniciativas como el bicing y el TRAM, mutando a la ciudad, una vez más. En esta ocasión desde los sistemas de movilidad, pero implicando también profundos cambios culturales. Sus silenciosas energías renovables permiten escuchar el susurro -parafraseando al slogan de los noventa- de: “Barcelona: ponte verde!”

Publicado por | 29 de marzo de 2013 - 17:22 | Actualizado: 6 de abril de 2013 - 15:46 | PDF