Apuntes para la discusión del Viaje de Arquitectura como instrumento pedagógico
Por Arq. Adriana Bobadilla
viaje
(Del dialect. y cat. viatge).
1. m. Acción y efecto de viajar.
2. m. Traslado que se hace de una parte a otra por aire, mar o tierra.
3. m. Camino por donde se hace.
4. m. Ida a cualquier parte, aunque no sea jornada, especialmente cuando se lleva una carga.
5. m. Carga o peso que se lleva de un lugar a otro de una vez.
Cuando escuchamos a un arquitecto o estudiante de arquitectura de nuestro país hacer mención a “el Viaje” no es necesario preguntar a qué viaje se refiere. Es parte del saber común que ese viaje nombrado de un modo singular hace referencia al viaje académico que los estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República realizan desde hace más de 70 años “el Viaje de Arquitectura”.
“El Viaje” se ha convertido en una entidad, más allá de la sumatoria de momentos y lugares singulares y concatenados que lo conforman. No llama la atención a nadie una respuesta del tipo “Este libro lo compré en el Viaje”, pasa a primar el concepto global de Viaje sobre el momento y el lugar real de un suceso puntual. Este singular viaje tiene lógicas propias y tan particulares que lo posicionan en un lugar de singularidad absoluta a nivel mundial.
“El Viaje” ha trascendido su dimensión concreta y se ha transformado en una entidad existente más allá del tiempo y del espacio concreto en que se desarrolla. Su presencia se activa a modo de recuerdo o de proyecto de las formas más diversas. Nombrar una ciudad, una comida, un arquitecto, un edificio u ofrecer una Rifa pueden ser las variables subjetivas que oficien de llave para que comience la narración de una anécdota que hará presente atemporalmente a este “sujeto-objeto” singular.
En nuestro contexto el Viaje se encuentra tan enraizado culturalmente que se ha naturalizado su existencia. Sin embargo es una oportunidad en términos de procesos de enseñanza aprendizaje exclusiva de nuestra facultad. Esto hace que su impacto en el proceso formativo e incluso su huella en la arquitectura nacional sean también únicos e incomparables con otros contextos. El colectivo de estudiantes y docentes que han participado y trabajan año a año en la definición de los contenidos y enfoques académicos de este viaje cuentan con un capital académico único que conforma una herramienta sin parangón para investigar el impacto en los procesos formativos a nivel individual y grupal que genera el viaje académico.
La particularidad de esta instancia académica en el proceso de enseñanza aprendizaje de los estudiantes de arquitectura, define la oportunidad-necesidad para reflexionar sobre el potencial pedagógico del mismo.
En la vida de los arquitectos el viaje de estudios se ha presentado históricamente como un factor de enriquecimiento profundo en su proceso de formación académica. Casos conocidos y paradigmáticos se pueden encontrar en toda la historia de la arquitectura. Entre los más conocidos podemos citar a algunos de los arquitectos referentes de la modernidad, el caso de Le Corbusier y el impacto de su viaje de estudios en su obra es parte por demás conocida de la historia de la arquitectura. También podemos encontrar con relativa facilidad las huellas de los viajes a oriente en la obra arquitectónica de Mies Van der Rohe y de Frank Lloyd Wright. Es posible hacer este ejercicio de reconocimiento en muchas obras arquitectónicas referentes. Esta práctica nos permitirá encontrar lógicas proyectuales familiares en arquitecturas distantes física y temporalmente. Uno de los vínculos más claros de identificar, a modo de ejercicio, en distintas etapas de la historia es el de oriente y occidente y su dialogo a través del trasiego de lógicas proyectuales dadas por la movilidad de sus proyectistas. Ente los arquitectos que nos son más cercanos temporalmente podemos encontrar también este sincretismo de influencias. En el caso de SANAA podemos ver como la racionalidad de la modernidad arquitectónica de occidente y la arquitectura tradicional japonesa se fusiona en un singular modo de desarrollar el pensamiento arquitectónico y por tanto el proyecto de arquitectura.
Nuestra casa de estudios ha sido visionaria, impulsando el Viaje como una instancia académica en la formación de los arquitectos desde hace muchos años. Primero fue mediante un viaje individual a través del “Gran Premio”, gracias al cual en 1920 con un proyecto referido a un “Palacio de la Naciones” Julio Vilamajó “gano” su viaje de estudios a Europa. Este premio le dio la oportunidad de recorrer Europa en plena reconstrucción luego de terminada la Primera Guerra Mundial. Luego el Viaje se masifica y a través del sistema de financiación de las rifas se convierte en una instancia abierta y accesible a todos los estudiantes de la carrera de arquitectura que alcancen determinado nivel de avance en sus estudios.
Considerando que el viaje se enmarca en el objetivo de la carrera de arquitectura el mismo deberá contar con contenidos y desarrollar procesos de enseñanza-aprendizaje que contribuyan a la formación integral del arquitecto.
Johannes Itten plantea que los principios pedagógicos pueden describirse como parejas de opuestos: “Intuición y método” o también “capacidad de vivencia subjetiva y capacidad de reconocimiento objetivo”. El Viaje como instrumento pedagógico permite la práctica de este último par en su máxima expresión, ya que se desarrolla una experiencia intensiva de sensibilización a través de la experimentación espacial en sus múltiples escalas y en sus variadas dimensiones.
A modo de aproximación a la discusión se establecen algunos de los atributos inherentes al Viaje de Arquitectura. El objetivo es racionalizarlos para aumentar la capacidad de su reconocimiento en la dinámica del viaje y así maximizar el potencial del instrumento estimulando la mirada atenta.
Convergencia de intereses
Un viaje modifica, transforma y madura al individuo en cualquier condición. Es inevitable sensibilizarse, aumentar la capacidad perceptiva y agudizar la mirada. Cuando la experiencia de viajar se convierte en una experiencia de un colectivo con similares intereses y con conocimiento de base en la misma disciplina, se produce un efecto sinérgico que acelera, modifica y profundiza el ejercicio del pensamiento arquitectónico. Son pocas las oportunidades en que un colectivo con intereses de aprendizaje convergentes se encuentra viajando con un itinerario común, esto abre un abanico de opciones de interacción e intercambio critico que capitaliza el efecto positivo individual a través de la experiencia colectiva.
Muchos de los edificios, ciudades, parques, paisajes, topografías y recorridos, a los que se enfrenta el estudiante son parte de su vida desde hace mucho tiempo. Con algunos de ellos se tiene especial empatía, sea porque fuere referente para un proyecto propio, por haberlo estudiado repetidas veces en una materia teórica o por el desarrollo de una particular vinculación sensible o racional con el mismo. Esto conduce a dispares profundidades de conocimiento particular entre los estudiantes. La colectivización del Viaje hace que se capitalice el espesor disciplinar acumulado por cada estudiante transformándose en un ciclo de retroalimentación grupal constante.
Encuentro con viejos conocidos
En el punto anterior hacíamos mención a que la mayoría de los casos de análisis arquitectónico, paisajístico, urbano o territorial a los que se enfrentará el estudiante son parte de su proceso formativo desde los primeros años de la carrera. En el Viaje se produce el encuentro con viejos conocidos de los cuales muchas veces se conoce en profundidad su historia, contexto, proporciones, dimensiones, materiales e incluso hasta sus recaudos gráficos originales. Estos viejos conocidos se encuentran en algunos casos guardados en estado de latencia en la caja de referentes del estudiante, siendo posible a través de su visita y recorrido terminar de fraguar procesos de aprendizaje iniciados muchos años antes. Se completa el proceso de aprehensión de la arquitectura a través del recorrido y la experiencia sensible, ambos imposibles de transmitir en su dimensión completa sin la experiencia concreta de habitar y recorrer el espacio.
Relación con el plan de estudios
Es requisito para ingresar al Grupo de Viaje tener un nivel de avance en la carrera que implica haber cursado cinco semestres de Taller de Anteproyecto. Este es el nivel de formación mínimo que se encuentra entre los estudiantes que realizan el viaje, en el otro extremo están aquellos que ya egresaron y en el medio diversos grados de avance. Es interesante reflexionar sobre el vínculo entre el viaje y el plan de estudios. Los estudiantes que tengan el grado de avance en la carrera mínimo necesario, contarán con un espesor de conocimiento que les dará herramientas indispensables para poder analizar las distintas escalas de experimentación arquitectónica y espacial. Cuanto mayor sea el avance en la carrera mayor será el capital en términos de cultura arquitectónica que tendrá el estudiante en el punto de partida. Tener cursadas las materias que lo aproximan practica y teóricamente al urbanismo y al ordenamiento territorial dotará al estudiante de herramientas para su lectura e interpretación, capitalizándose la experiencia sensible de transitar y habitar la escala territorial. En otro extremo del amplio campo de la disciplina quien ya se ha enfrentado a la práctica profesional de obra tendrá la mirada atenta a la inmensa biblioteca de resoluciones constructivas que se ofrecerán a su alcance.
Pedagógicamente que el estudiante se haya enfrentado a los problemas o discusiones a cuyas respuestas accederá, genera una mayor sensibilidad para su aprehensión, dado que dichos problemas ya son parte de su proceso de aprendizaje.
Dedicación total
La vida cotidiana implica demandas que hacen sean reducidas las situaciones en que el estudio puede contar con una dedicación total. A medida que se avanza en la carrera son cada vez más los estudiantes que combinan estudio con demandas de la vida laboral y familiar. El Viaje exige un arduo trabajo previo y luego se desarrolla como un paréntesis en la vida cotidiana. Como contrapartida brinda la posibilidad de dedicación total a la experiencia de aprendizaje multidimensional, no solo en términos disciplinares sino también en términos de interacción con otras culturas y contextos así como con el resto de los estudiantes. El viajar en colectivo convierte incluso las demandas de la vida cotidiana en oportunidades de crítica arquitectónica. El cierre de una jornada de recorrida arquitectónica en un camping, cuando en el mismos se encuentran varios grupos de estudiantes, es posible tenga como tema de conversación la recomendación, la crítica y el análisis de lo visto en el día.
Crítica arquitectónica in situ
Podríamos decir que la principal “tarea” que tiene el estudiante durante el viaje es la visita y el recorrido de arquitectura. La práctica diaria incentiva el desarrollo de la misma y la interacción con los docentes tiene como objetivo dotar de herramientas al estudiante para afinar la mirada y aumentar sus habilidades para observar y aprender a través de la crítica arquitectónica, teniendo el privilegio de poder hacerla in situ.
Transversalidad
La dinámica del viaje es una oportunidad para realizar análisis transversales de diversas temáticas, según sean los interés particulares de los estudiantes. Esto ocurre en todos los niveles trascendiendo el estudio de la disciplina. Se podrá hacer un análisis comparativo de programas similares desarrollados en diferentes contextos, analizando como las variables de lugar y cultura influyen en los mismos. La obra de un arquitecto podrá ser estudiada en diferentes etapas y sitios, analizando cual es su lógica de implantación, como un mismo arquitecto enfoca un programa introvertido, como enfoca un programa extrovertido, las distintas formas de manejar la permeabilidad, entre otros tantos factores. Esto permite sintetizar y estudiar a través del proceso proyectual la evolución del pensamiento arquitectónico de un arquitecto.
Recorrido
Desde los tiempos de la civilización griega en occidente se ha desarrollaron la aproximación al espacio a través del recorrido. El Viaje es una experiencia de movimiento constante donde el colectivo académico se convierte en una o varias trazas en el espacio de los flujos. Se experimentan diferentes medios de transporte, diferentes velocidades, que permiten la aproximación a múltiples escalas de lectura del espacio. Se da una conexión constante entre los diferentes medios de transporte, tanto colectivos como individuales o grupales que permiten a través de la experiencia dimensionar diferentes modos de resolver las necesidades de las ciudades contemporáneas
En pocos días los estudiantes pasan de transitar por la ciudad con mayor cantidad de automóviles por individuo – Los Angeles- a la ciudad con mayor uso del transporte colectivo –Tokio- .
El Viaje permite y ha permitido históricamente acercarse a dimensiones de análisis territoriales únicas. El recorrido permite atravesar muros que no son permeables para quienes viven a sus lados, como es en la actualidad el caso de la frontera de Estados Unidos con Mejico, como fue en su momento el Muro de Berlín.
Multiescalaridad, del detalle constructivo a la dimensión territorial
La carrera de arquitectura cuenta con un perfil profesionalista, implicando que el egresado cuenta con un titulo habilitante para el ejercicio profesional en amplios campos de actuación.
El Viaje permite el estudio de miles de obras, llenando la caja de herramientas del futuro arquitecto en todas las escalas, yendo desde el detalle constructivo hasta los procesos territoriales más dispares de la historia y de la contemporaneidad.
Reflexiones finales
Además del efecto del Viaje en los viajeros como colectivo académico, hay también un efecto sobre los sitios atravesados por el Viaje que es escasamente visualizado desde nuestro punto de vista. Los sitios son recorridos en una situación singular, colonizados. El itinerario como elemento conector hace que el grupo de estudiantes deambule sincronizado, por lo cual la ciudad es vivida de una forma única, colonizada por pares. De alguna forma eso genera una sensación única, hay una especie de Facultad de Arquitectura itinerante tomando la ciudad, lo cual impacta en la subjetividad individual y colectiva generando determinada seguridad y certeza creada por la red de individuos que conforman una malla de apropiación en las ciudades.
El viaje es una experiencia singular, diferente y única para cada persona. Tiene dos dimensiones preponderantes, en la colectiva aporta al conocimiento, a la formación y al enriquecimiento del estudiante y futuro profesional, en lo personal es una oportunidad para ampliar el universo conocido y madurar personal y profesionalmente.
“No existe la arquitectura inmaterial. La realidad de la arquitectura es el cuerpo concreto en el cual formas, volúmenes y espacios están siendo”.
Peter Zumthor
Bibliografía
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ZUMTHOR, P. (2009). Pensar la Arquitecutra. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
Adriana Bobadilla
Arquitecta egresada de la UdelaR en el 2006. Maestranda de la 4ta Generación de la MOTDU. Diplomada en Didáctica del Proyecto en la Universidad de Bio Bio. Docente del Taller Schelotto desde el año 2003. Realizó el viaje académico en el año 2007como estudiante con la generación 2000 y en el año 2011 acompañando como docente a la generación 2004.
Publicado por Fernando García Amen | 4 de abril de 2015 - 11:26 | Actualizado: 4 de abril de 2015 - 11:39 | PDF