Pensare pensando. La experiencia arquitectónica en la generación de conocimiento
Por Bach. Francisco Magnone
Estudiante: Francisco Magnone
Tutor: Pablo Canén
Abstract:
El ejercicio se centra en la reflexión profunda sobre el acto de recorrer obras y ciudades, en lo que se hará llamar la experiencia arquitectónica.
En el transcurso de la parte primera se indaga en exploraciones de diversas áreas y momentos históricos, vinculados a la experiencia del mundo así como en la generación de conocimiento a partir de dicha experiencia. Se incluyen aproximaciones al modo en el cual se realiza el conocimiento desde la filosofía de Platón y Kant; exploraciones artísticas y políticas en la ciudad y la deriva situacionista analizada por Francesco Careri; un acercamiento al concepto de metacognición en neuropsiquiatría e investigaciones científicas que analizan el modo de conocimiento; e investigaciones sobre como trabaja la memoria utilizando la técnica de la fotografía.
En la parte segunda se hace foco en una experiencia concreta de experimentación arquitectónica durante el Viaje de Arquitectura, a partir de la aplicación de un método de características abiertas.Se entenderá que la experiencia arquitectónica es un proceso complejo, tanto perceptivo como racional. A partir de la dicotomía entre percepción y racionalidad, es posible concluir que al incorporar una mirada profunda del hecho arquitectónico y al aplicar un método previamente establecido al realizar la experimentación, es posible aumentar el conocimiento tanto del proceso de experimentación y como del hecho arquitectónico.
Introducción y marco operativo
Metacognición es un concepto reciente que define nuestras capacidades de análisis sobre el proceso de generación del conocimiento. Este concepto se aplica específicamente en la neuropsiquiatría. En la disciplina arquitectónica es habitual experimentar espacios, obras y ciudades, vivir arquitectura, en el entendido de que el acto de experimentar representa una forma natural de adquirir conocimiento. ¿Nos hemos preguntado si este acto representa efectivamente una forma conocimiento? ¿Es posible que este proceso se realice de manera dispar dependiendo de quién lo lleva adelante? ¿Existe una manera de potenciar el acto de experimentación? Una traslación del proceso metacognitivo a nuestra disciplina puede ayudarnos a comenzar la reflexión.
Dando cabido al marco propuesto en el curso opcional, se llevó adelante una aproximación personal a la experimentación arquitectónica mediante el acto de recorrer obras y ciudades en el Viaje de Arquitectura, contando con la incorporación de un método prestablecido. Para la realización del presente trabajo se realizaron diversos registros en obras en los Países Bajos incluyendo fotografías y audiovisuales, como también relatos escritos y gráficos. Algunos de ellos se realizaron durante la visita y otros a posterior. A su vez, al año siguiente se realizó una entrevista con el Arq. Carlos Arcos Ettlin, quien recientemente ha finalizado sus tesis doctoral “ARQUITECTURA+JUEGO. Los años pop 1956-1967”, la cual permitió profundizar en las temáticas políticas y filosóficas históricas y recientes. Además, se realizó una entrevista con la Dra. Psiq. Cecilia Rienzi, quién clarificó los procesos mentales requeridos para la adquisición del conocimiento y el pensamiento desde una óptica psíquica y científica.
Forman parte complementaria del trabajo tanto el presente análisis escrito, como también un relato de viaje realizado a posterior que acompaña estas páginas, en conjunto con un audiovisual que busca transmitir la esencia perceptiva del recorrido.
- PARTE PRIMERA
Detección del acto consciente
«Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.»
– Platón [1]
El Viaje de Arquitectura, que se realiza en los últimos años de formación del Arquitecto en el ámbito Uruguayo, u otros viajes que se realizan en diferentes áreas y disciplinas del mundo, representan un momento de inusitada experimentación. Esto nos permite replantearnos este proceso de experiencia y cuestionar sus formas. Si la experiencia arquitectónica es un proceso consciente específico de nuestra disciplina, ¿desde cuándo comenzamos a experimentar arquitectura?
Es cierto que el habitar en el sentido más amplio del término comienza desde el inicio de nuestras vidas. Sin embargo, no podemos definirlo como un acto consciente hasta que adquirimos un nivel de reflexión profunda. Inhelder y Piaget (1955-1972) 2 definen que el pensamiento formal que incorpora la habilidad deductiva se consolida entre los 14 y 15 años.
¿Podemos imaginar un momento en el que se da por primera vez este acto consciente de los hechos arquitectónicos? Puede comenzar, por ejemplo, con la observación de la ciudad (un acostumbramiento a mirar hacía arriba), o quizás con percibir las diferencias en el espacio habitado propio con el espacio ajeno. En un joven arquitecturizado, la obra construida, la ciudad y su experiencia se incorpora a los procesos mentales cotidianos más habituales.
Si nos basáramos en la lógica platónica de la Alegoría de la Caverna (Platón, 517a) 1, ese momento de primera aproximación arquitectónica definido anteriormente corresponde al paso intermedio de fogata o «iluminación».
Por otro lado, el Viaje en si, se trata de un momento de mayor experimentación, del re-descubrimiento del recorrido y de un período extendido en el tiempo donde se tiene una nueva conciencia (aparente) del hecho arquitectónico. Esto se realiza, incluso, en su condición más extrema, lo que llega al punto de su agotamiento. Un proceso de conciencia que es aparente porque al igual que el hombre que sale de la caverna, el recientemente viajero se deslumbra al punto de la ceguera. Más adelante veremos como la captación de estímulos no representa necesariamente un mayor entendimiento del objeto revisado, sino que es solamente mediante un proceso de cierta duración en el tiempo, pero principalmente de cierta profundidad reflexiva, en el cual podemos atender con más claridad la realidad que nos rodea durante y después del viaje.
Es interesante la comparativa con el acto de verse encandilado, no solo por el fenómeno físico asociado a la exacerbación de la percepción y la necesidad de un tiempo físico-químico para procesar lo observado (en el caso de la luz, un tiempo durante el cual el ojo se adapta permitiendo al cerebro comenzar a descifrar la información), sino también desde el punto de vista psicológico, ya sea en el entendido platónico de las ideas, o debido a la sobre – estimulación propia de la sociedad contemporánea. Al realizar el Viaje durante el año 2015, nos encontramos con un mundo donde la velocidad, la abundancia y la superficialidad es necesaria para aumentar la cantidad de objetos que son adquiribles como consumo, ya sean estos turísticos, gastronómicos o incluso culturales.
Si vimos como existe un momento de primera percepción o experimentación arquitectónica (asociable al de la fogata platónica), hay también un período posterior en el cual conocer el mundo exterior (o acercamiento al mundo iluminado por el sol). En el contexto arquitectónico uruguayo, este segundo período podría tratarse del Viaje de Arquitectura.
Las partes del conocimiento
«No hay duda de que todo nuestro conocimiento comienza por la experiencia. Pero aunque todo nuestro conocimiento comience con la experiencia, no por eso surge todo él de la experiencia»
– Immanuel Kant [3]
Si somos conscientes que existe un proceso de descubrimiento de la experiencia arquitectónica como un proceso específico, ¿de qué forma es que se realiza ese conocimiento? ¿qué partes integran ese proceso? En el contexto filosófico del siglo XIX, Kant profundiza en la generación de conocimiento relacionando experiencia y pensamiento, o conciliando corrientes filosóficas racionalistas y empiristas.
En una síntesis del escrito “Crítica de la razón pura” de 1781, Ramirez (Ramirez, 2009) escribe «Mientras racionalistas y empiristas ponen su acento en el objeto-del-conocimiento, Kant lo pondrá en el sujeto-que-conoce, pues según él el sujeto no encuentra al objeto como algo que ya es o está dado, sino que lo construye» 4. A su entender, Kant desarrolla “Crítica de la Razón Pura” para responder a Hume acerca de la base del conocimiento que, según el filósofo inglés, «se fundamenta solo en la costumbre». 4
La importancia sobre el sujeto-que-conoce y no solo sobre el objeto-a-conocer es un tema habitual en otras áreas, especialmente en la filosofía. Si aplicamos esta idea a la disciplina arquitectónica, en vez de la revisión de una obra o conjunto arquitectónico, reflexionar sobre el sujeto-que-conoce kantiano implica hacer foco en el proceso de experiencia arquitectónica como área específica de estudio.
Ramírez define que en la teoría kantiana «no se admite como realidad a la cosa en sí, sino al propio sujeto, quien porta ya las formas y esquemas universales que ha obtenido por la experiencia, en el sentido que el intelecto desconoce las cosas como son en sí mismas (noúmeno) y solo conoce las que él construye (fenómeno).» Aplicado a la disciplina arquitectónica, descarta el hecho arquitectónico en sí (noúmeno) y afirma el conocimiento propio sobre el hecho arquitectónico (fenómeno). Y agrega «La epistemología kantiana conceptúa la subjetividad de los conceptos básicos de espacio-tiempo y la imposibilidad de llegar a representaciones puramente objetivas de cosas en sí mismas; para él, aun las categorías tomadas a priori (deducibles) son estáticas e independientes de la experiencia, de manera tal que solo tienen condición de posibilidad.» 4
Los procesos de experiencia están inevitablemente ligado al razonamiento. Uno y otro se complementan, se cruzan y desdoblan aumentando su potencial. A su vez, razonamiento y experiencia son procesos dicotómicos y se constriñen el uno al otro. En el entender kantiano, si mediante el razonamiento puro no podríamos encontrar conocimiento en la arquitectura, tampoco será mediante la experiencia repetida y aislada en si misma que realizaremos mejoras significativas en nuestro conocimiento.
En miradas más recientes, autores como Ausubel, Novak y Hanesian (1990)5 consideran clave organizar el conocimiento en estructuras para conseguir aprendizajes significativos. Para ellos la significación radica en que el sujeto (observador), enlace la nueva información con las coordenadas de sus estructuras pre-existentes.
En otras líneas de indagación filosófica, el alemán Ernst Bloch (1973) 6, con una vida signada por el desplazamiento y exilios, criticaba la «razón unidisciplinaria» ajena al sujeto. Para el filósofo, el conocimiento parte del «estar aquí». Esta posibilidad de lugar, parece darle un fundamento epistemológico al viaje como oportunidad para el conocimiento. Relacionando esto con Ausubel, lograr un aprendizaje significativo estando en viaje, implacaría poner en relación nuestras estructuras cognitivas con esa posibilidad de lugar.
Andar y deambular
“El andar condicionaba la mirada, y ésta condicionaba el andar, hasta tal punto que parecía que solo los pies eran capaces de mirar”
– Robert Smithson [4]
En la introducción del libro “Walkscapes. El andar como práctica estética”, Careri (2002) define el andar como un acto cognitivo y creativo. El deambular practicado por los surrealistas en 1923 incorporaba el azar como expresión del subconsciente, siendo este uno de los principales intereses del proceso. La incorporación del azar fue especialmente criticado por los Situacionistas en su Teoría de la Deriva escrita en 1956 del cual se extrae «El concepto de deriva esta ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza psicogeográfica, y a la afirmación de un comportamiento lúdico constructivo, lo que se opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo». 7
Interesa especialmente hacer foco en la noción constructiva de la deriva, siendo este método, o siendo tanto la deriva situacionista como el juego, una forma de generación de conocimiento. El concepto de deriva y juego representa un escape a las necesidades inducidas de consumo del sistema capitalista. Se trata de un tiempo no utilitario sino lúdico, a diferencia del viaje o paseo entendido como consumo u ocio burgués. Según Careri, los situacionistas habían encontrado en la deriva psicogeográfica un modo lúdico de reapropiación del territorio: la ciudad era un juego que podía utilizarse a placer, un espacio en el cual vivir colectivamente y en el cual experimentar comportamiento alternativos, un espacio en el cual era posible perder el tiempo útil con el fin de transformarlo en un tiempo lúdico constructivo. 8
Estas reflexiones sobre el andar incorporaron una voluntad política hacia diversos problemas contemporáneos como el cansancio o la productividad extrema de la sociedad. Rebecca Solnit (2006) reivindica el arte de deambular y de perderse como aventura personal y como acto de resistencia política en su libro “A Field Guide to Getting Lost”. A decir de Carrera (2014), «Solnit se suma así a la proliferación de autores que en estos últimos tiempos reivindican el deambular como metáfora de una nueva forma de estar en el mundo.» 9
Una mirada superficial sobre los aspectos del deambular o del andar, propia del contexto contemporáneo, puede deducir que el acto de andar representa naturalmente una forma de conocimiento. Es importante profundizar sobre el fin del conocimiento y el método utilizado, entendiendo que el acto de andar no resulta en si mismo en un proceso cognitivo, sino que únicamente permite aumentar la conciencia en el acto siempre que incorpore la voluntad constructiva. A citar de Solnit, «andar no hace a nadie más inteligente, pero permite que estemos más disponibles a nuevas ideas». 10
La llamada voluntad constructiva en la experiencia arquitectónica se trata de un momento consciente en el que se racionaliza el acto de la experiencia. Este pensamiento profundo puede realizarse mediante distintas formas o métodos, pero se compone de una voluntad constructiva o actitud reflexiva (racionalismo), confrontada con una experiencia o actitud perceptiva (empirismo).
Metacognición: algunas claves desde la neuropsiquiatría.
Una vez que el proceso de la experiencia fue detectado, y también fueron analizadas sus partes, ¿podemos preguntarnos de qué forma se lleva adelante? ¿cómo enlazar las partes, como potenciar el proceso?
El concepto de metacognición tiene sus origenes en neuropsiquiatría, a finales de la década del 60’ y principios del 70’ y se relaciona con la memoria, el aprendizaje, los procesos cognoscitivos y el manejo de la información.
Gonzalez (1993) 11 analiza el término desde el punto de vista etimológico. El prefijo griego meta puede asimilarse al de “posterior a” o “que acompaña”. De esta manera, metacognición es un vocablo que hace referencia a lo que viene después de, o acompaña a la cognición. En estudios que Tulving y Madigan realizaron sobre la memoria en 1969, enfatizan que uno de los rasgos más característicos del ser humano es su capacidad de tener memoria de su propia memoria. De esta forma utilizarán en primera instancia el término metamemoria o metacomprensión, hasta finalmente arribar a la metacognición. Flavell, a quién suele acuñarse la invención del concepto, realizará trabajos interesados en los problemas de la transferencia de lo aprendido y en el estudio de la capacidad del ser humano para supervisar su propio funcionamiento intelectual.
Entre las diversas definiciones que existen actualmente de metacognición, es pertinente para este trabajo destacar la de Antonijevick y Chadwick (1981/1982) como «el grado de conciencia que tenemos acerca de nuestras propias actividades mentales, es decir, de nuestro propio pensamiento y aprendizaje». A lo cual se agrega según Rios (1990), que su complejidad radica en el «conocimiento y control de estrategias cognoscitivas las cuales, a su vez, constituyen combinaciones de operaciones intelectuales que no son otra cosa que acciones cognoscitivas internas, mediante las cuales el sujeto organiza, manipula y transforma la información que le es suministrada por el mundo exterior». 11
En un análisis de las distintas corrientes metacognitivas, Guerra Garcia (2003) destaca que «la exposición frecuente a las mismas situaciones, tareas y objetivos hacen que el sujeto disminuya progresivamente el control consciente, por lo tanto los procesos de atención y esfuerzo, y convierta sus actividades en acciones automáticas». 12
Por otro lado, Guerra Garcia diferencia también los procesos, identificando que existen procesos metacognitivos intraindividuales (hacia el interior de uno mismo), interindividual (hacia personas diferentes) y universales. Saber que uno es más hábil para abordar tareas espaciales que tareas verbales es un ejemplo de conocimiento metacognoscitivo intraindividual, mientras que saber que una persona es más capaz que otra en realizar una tarea determinada, es un ejemplo de conocimiento metacognoscitivo de tipo interindividual. Los conocimientos metacognoscitivos universales son aquellos que se aplican a aspectos presentes en cualquier persona.
En un trabajo de reciente publicación, la arquitecta Rangel Arenas (2013)13 indagó con un grupo de sus estudiantes el concepto de metacognición como «herramienta de autogestión del conocimiento» en la Universidad del Zulia, Venezuela. Entre otros aspectos, la autora reconocía que la experiencia consciente del acto metacongitivo, tanto como el aprendizaje significativo (que mencionábamos a partir de Ausubel) contribuyen a fortalecer la integralidad en la aprehensión del fenómeno arquitectónico. En términos generales, también se constataba, que los estudiantes con calificaciones más elvadas tendían inconscientemente a la utilización de «estrategias metacognitivas desarrolladas de forma empírica». 13
De esta forma, una vez que comprendemos el concepto de metacognición en relación a la cognición, podemos entender que los procesos mentales derivados del acto reflexivo (no solo sobre un objeto sino sobre nuestra reflexión de los objetos) son de gran importancia y podrán aplicarse también a los procesos de recorrido arquitectónico. Experimentar arquitectura requiere de actos reflexivos sobre el objeto arquitectónico, así como también requiere de actos reflexivos sobre la experimentación arquitectónica, ya sean estos actos de carácter individual, o se trate de reflexiones de carácter universal.
La foto y la memoria
La fotografía, una técnica de hace ya doscientos años, ha sido exacerbada hasta su extremo debido a las posibilidades tecnológicas de elaboración y transmisión de los últimos cinco o diez años, y es, quizás, uno de los elementos que permiten representar más fielmente una posible tendencia a la superficialidad de la sociedad. En una nota publicada en el diario El País de España, Sampedro (2015) analiza de que forma hacer consciente el objeto en el proceso de registro fotográfico. 14
A decir de el, no afecta realmente al conocimiento si algo se registra en la cámara o no, sino el método que es empleado. Mediante un experimento en estudiantes de secundaria se demostró que la capacidad de retención de una obra de arte en un museo era substancialmente menor cuando se le pedía al observador que registre fotográficamente cada cuadro que observaba. En cambio, cuando se le pidió que lo obserte sin realizar una fotografía, la capacidad de retención de la obra aumentaba.
El acto de observar es, hoy en día, un proceso menos mecánico que realizar una fotografía, y resulta de esto un suceso mental que estimula al organismo a realizar el acto de pensar. Por otro lado, quien realiza el registro suele enfocar la atención en el mecanismo técnico para su ejecución, en vez de hacerlo en el objeto.
Realizado el mismo experimento, se le pidió a los jóvenes que registren con la cámara un aspecto en especial que les resultara llamativo de la obra. Los estudios equilibraron sus resultados entre quienes realizaban el registro y quienes solo observaban. Lo que aquí sucede no es más ni menos que la aparición de un proceso racional enlazado con un proceso empírico, de características arbitrarias pero con un cometido específico. De esta forma, es posible preguntarse ¿Qué caracteriza esta obrade otras? ¿Cuál es el punto llamativo que interesa destacar y de qué forma registrarlo? Contar con un método obliga al experimentador a realizar simultánemaente un acto de percepción a la vez que un acto de razonamiento.
2. PARTE SEGUNDA
Elección del día y método
Enmarcado en la experiencia de realizar el Viaje de Arquitectura, se experimentó en las temáticas abordadas anteriormente utilizando un método específico de abordaje a la experiencia arquitectónica. Este método posibilitó potenciar las capacidades cognitivas y de aprehensión. Su selección se realizó casi arbitrariamente, y presentó, fundamentalmente, características similares a las derivas desarrolladas desde los años sesenta enlazadas con aspectos de los estudios de registro fotográficos citados en el capítulo anterior. Una metodología que tiene forma y reglas que la enmarcan, pero que al igual que el juego 1, permite la libertad.
El recorrido se realiza durante una única mañana y en un único conjunto residencial dado, ya que debido a intereses diversos, la abstracción material del proyecto Ypenburg realizados por la oficina local MVRDV resultaba muy llamativo previo a la realización del viaje. Se realizó un registro visual y audiovisual un relato escrito de los acontecimientos para el reconocimiento de la obra arquitectónica. La visita al conjunto fue realizada el siete de setiembre, ocho días antes de cumplir el quinto mes de viaje, lo que representó un momento donde la motivación fue buena y la capacidad cognitiva mesurada. Esta diferencia es clara a los recorridos por ciudades como New York o Chicago, donde se estima una caminata promedio de más de 30km al día, o ciudades como Barcelona o Porto donde se experimenta una sensación de “estar en casa”.
De la misma forma que sucede en la generación de conocimiento Kantiano (en donde los procesos empíricos y racionales se entrecruzan), el proceso de elección del método empleado, así como también la visita al conjunto, resultaron en un ida y vuelta que construyó la selección del presente trabajo. Esto potenció, a su vez, el interés y el aporte que podía realizarse mediante la reflexión sobre el recorrido, en vez del aporte que podría realizarse mediante el análisis de la obra. Por otro lado, a posterior del viaje se constató en la importancia de contar con un razonamiento profundo y un análisis metacognitivo, lo que resultó incluso más relevante que el método usado.
De la experiencia llama la atención, principalmente, la muy alta capacidad de retención y memoria obtenida, tanto de los aspectos contextuales como de la obra en sí. Detalles de materialidad (o qué tipos de tornillos se usaban), cantidad exacta de personas y animales reconocidos, qué conversaciones, con quién y a que hora del día se mantuvieron, incluso lo sucedido el día antes y el día después. Todo ello fue registrado con precisión en la memoria (además de en las narraciones y fotografías) y resulta muy fácilmente transmisibles. ¿Es posible pensar, entonces, que se realizó una mayor retención y conocimiento sobre la obra analizada?
Conclusión
Durante el Viaje de Arquitectura experimentamos el andar como una práctica cotidiana de muy alta intensidad. A veces derivamos por las ciudades y otras nos desplazamos con un rumbo específico, pero de la misma forma que en nuestra vida cotidiana, nos relacionamos continuamente con la realidad que nos rodea. Este es un proceso que, a pesar de aparentar evidente, solo en algunos casos se vuelve consciente y adquiere intensidad. El sobre – estímulo de mensajes y ofertas recibido seduce a que simplemente practiquemos un consumo superficial en cualquiera sea el ámbito, incluso, en el cultural y arquitectónico. ¿Es esto, quizás, un ejemplo de una tendencia generalizada en las sociedades contemporáneas?
A pesar del muy alto nivel perceptivo al que uno está sometido, es sencillo generar una muy baja capacidad constructiva a partir del conocimiento de las ciudades, o cuando viajamos, simplemente acompañar el itinerario de visitas. De la misma forma que en nuestras vidas o en nuestra formación profesional, es posible consumir mayor cantidad de productos arquitectónicos y principalmente mayor cantidad de experiencias visuales. Se entiende claramente que la alta dedicación al conocimiento perceptivo del que hablara Kant, puede disminuir nuestra capacidad de construcción de pensamiento, estrangular nuestro proceso de conocimiento. Sin embargo, se analizó cómo este proceso cognitivo (de características principalmente perceptivas) puede potenciarse por la incorporación voluntaria de procesos racionales. Hacer consciente la experiencia, estar presentes, o, específicamente: generar una voluntad constructiva de la experiencia arquitectónica.
Esto no es otra cosa que mirarse uno mismo o pensarse pensando, así como los procesos metacognitivos son a los procesos cognitivos. En particular, es importante remarcar la importancia de un método que enlace estos procesos, los puramente mentales (racionales) con los puramente experimentales (perceptivos). Sea cual sea, un método mediante el cual realizar un aporte a modo de adquirir conocimiento que fomente un pensamiento profundo, o, aplicado a nuestra disciplina, un método mediante el cual potenciar nuestra experiencia arquitectónica.
POST-BITÁCORA
Un relato de la visita a Ypenburg, escrito 6 meses después.
El día antes.
El día antes a realizar la visita estuvimos en Rotterdam, una ciudad increíble. Algunos temas cotidianos del viaje hacían que nuestra percepción de las cosas fuera un poco más negativa de lo que realmente era estar ahí. Alquilamos una bici en la estación central de la ciudad. En los Países Bajos son expertos en el tema, así que esas bicis fueron de las mejores que usamos durante el viaje. Capáz que costaron unos diez euros el día, pero sí que valía la pena. Después de recorrer prácticamente toda la ciudad, devolvimos las bicis, caminamos los siguientes dos o tres kilómetros y llegamos al camping donde se alojaba más de la mitad de la generación.
El camping de Rotterdam tenía una muy clara característica: nos habían agrupado como ganado. Se ve que ya sabían que en esas fechas llegaban los uruguayos, y por más que en nuestra increíble parcela de más de doscientos metros por doscientos metros donde estábamos todos, habían algunos outsiders, casi el noventa por ciento eran camionetas Citroën y arquitectos del grupo. Eso era bastante bueno, te permitía intercambiar, hablar con otra gente, ver amigos que no veías hace tiempo. Aunque a veces querías escapar de la generación, en realidad estaba bastante bien poder verse. Esa noche fue una más de muchas; yo me acosté temprano porque sumado a los kilómetros de bicicleta, el día siguiente sería largo y visitaríamos varias ciudades. Después, había que llegar a Amsterdam.
Durmiendo en un camping, tener un despertador es algo menos habitual de lo que uno se espera. La batería del celular es poca, y a veces hay que hacer malabares para asegurarse que cuando suene realmente abrimos los ojos. Desarmar el colchón, sobres, bolsos de mano y carpa a las 7 u 8 am tiene su parte incomoda, porque el sereno y la humedad complican. A esos treinta-sesenta minutos en los que desarmas tus cosas y tratas de comer algo medio rápido, hay que sumarle el tiempo de armado de camioneta. Nosotros mas o menos lo hacíamos entre todos, pero siempre te llevaba unos treinta-sesenta minutos más, o sea que el arrancar temprano implicaba promedio una hora o dos horas de preparación (más bien dos horas…).
La mañana.
Una vez que salieron las camionetas del camping el barro en el piso era impresionante, no se si por la humedad, por la cantidad de autos, por la gente que caminaba. Me acuerdo que me llamó bastante la atención como había quedado todo. No era nada malo en si mismo, pero digamos que el grupo de viaje había dejado su huella (literal esta vez). Pasamos por la Universidad de Delf (cerrada), y ahora que me acuerdo estaba cerrada porque era domingo. Aprovecho este suceso para remarcar algo muy característico de la memoria: esa capacidad de enlazar acontecimientos y empezar a recordar una cosa atrás de la otra. Un claro ejemplo es ese: la Facultad de Arquitectura de Delf (el taller de Winy Maas que habíamos ido a ver con la escalera naranja y The Why Factory) estaba cerrado, era evidente que era domingo.Yo venía manejando cuando llegamos a la urbanización de Ypenburg. Me acuerdo específicamente de eso porque luchaba para no llevarme nada puesto y lograr acumular la mayor cantidad de información que aparecía en el entorno: La gente, que era poca; las casas, que eran muchas; los espacios urbanos, que iban cambiando y eran bastante similares pero distintos a todo lo que conocemos. Estacionamos la camioneta mas o menos donde parecía haber un punto céntrico en la urbanización. No nos dejó ver todo, pero el lugar estaba bastante bien. De ahí nos dividimos, la hora acordada era una hora y media después, 11.30 am si no me acuerdo mal. Poco tiempo para todo lo que tenía que hacer, así que avise que estaba justo. No sabía que la demora iba a ser mayor.
Los policías.
Voy a hacer un salto en el tiempo entre la visita y lo que pasó a las 11.20 am, cuando estaba caminando bastante apurado para completar las diez o quince cuadras que me quedaban de regreso hasta la camioneta. Diez minutos era muy poco, pero si me movía rápido llegaba bien. Ypenburg me interesaba particularmente por que de esa urbanización debía recolectar mucho material para el post-viaje. Entonces, después de haber sacado varias fotos y haber filmado lo más posible, iba caminando, yo, mi mochila, mi cámara en la mano y la capucha puesta. Hacía un poco de frío así que taparte la cabeza era fundamental.Ahí apareció el auto de policías y freno en frente mío. Era completamente razonable que estuvieran ahí, mi apariencia no era particularmente buena (suele pasar en el viaje de arquitectura, recuerden que esa mañana había salido de un camping: pies y pantalones sutilmente embarrados, apariencia no muy europea, y además ya avisé que estaba de capucha). Si hubiera sido China, Rusia, o ni siquiera, incluso Francia, la cosa hubiera sido bastante distinta. Lo importante, y muy a mi favor, es que eran policías de los Paíces Bajos y entonces hablaban Inglés perfecto, probablemente alguna lengua más también.
Una buena: tenía la mochila. La mochila es casi como tu casa en el viaje (al menos lo era para mi). En la mochila está tu vida, incluido el pasaporte (si es que no lo tenés en la cintura), además de otros documentos, papeles, cepillo de dientes y que se yo que más. Primero les explique que era estudiante de Arquitectura, después les saque el pasaporte y le mostré que estaba haciendo un viaje por todo el mundo, carné de estudiante internacional, papel de esto y aquello. Todo en orden. Me preguntaron cuando había llegado a Europa: “Francia! París, hace 1 o 2 meses”, a lo que me iba dando cuenta que no era particularmente así (nosotros fuimos a Grecia y Turquía antes). Lo importante era cómo había llegado los Países Bajos: “por camioneta, compramos una camioneta en París”. El policía me paso a explicar en un tono bastante amable que una vecina había llamado porque había una persona sacando fotos a las casas, ella estaba preocupada porque era el mes de Julio y la gente estaba de vacaciones. La vecina, que una hora antes me había salido a preguntar que estaba haciendo, no era para nada amable, pero los policías sí, así que les dije que había hablado con ella, que me disculparan pero no me había dado cuenta: “Soy estudiante de arquitectura, para mi sacar fotos a las casas es lo más normal del mundo”.
Ypenburg es un barrio bastante tranquilo, se ve que en esas fechas no había nadie porque eran vacaciones, pero también era Domingo (se acuerdan que conté que la universidad estaba cerrada), entonces tampoco había nadie en la calle. Las personas que vi ese día fueron 2 carteros en bicicleta, una señora paseando el perro, un hombre jugando con su hijo en un parque y una persona que salió de su casa a preguntarme porque sacaba fotos, además de una manada de arquitectos bastante chica que recorría las casas con total desinhibición, como si todas fueran la suya, tocando a los gatos, las paredes de chapa de las casas, etc.
Volviendo al tema, es bastante raro que en el viaje puedas estar solo, caminar solo o recorrer sin estar hablando de otra cosa con un Uruguayo. Cuando uno esta solo se dan otras conversaciones, incluso hablando con policías, que mientras les mostraba las fotos que había sacado para que vieran que mi atrevimiento era cien por ciento académico, me preguntaban con cara de circunstancia: “¿A vos te gusta esto?” (estaban hablando de las viviendas que había ido a ver). No importa que fueran los Países Bajos, uno de los países con mayor nivel de aceptación a la abstracción del mundo, pero a esos policías esas casas no les parecían casas. No tuve la oportunidad de preguntarle a un vecino si su casa era tan fantástica como la exploración de sus arquitectos, pero para los policías, ese ideario de iconografía hogareña, contrastado con una materialización experimental y una exploración más que interesante, no daba como resultado casas lindas.No pasaron más de unos minutos para que me cruzara con unos compañeros y me vieran en esa situación. Ya estaba guardando las cosas y me estaba yendo. Les hice el cuento rápido mientras caminaba apurado, se habían pasado las 11.30 hace rato, venía como quince minutos tarde y me faltaban diez cuadras más. Caminé un poco acompañado y un poco solo. Cuando llegué todos estaban en la camioneta. Me subí atrás (asiento del medio, fila del medio) y arrancamos. Al final de todo, había llegado después de la hora fijada.
Final.
El día de la visita fue de mucha camioneta. La idea era recorrer una ciudad que no recuerdo el nombre, para después llegar a Amsterdam a una hora razonable (de esa ciudad solo me acuerdo las obras que vi). En Amsterdam también dormíamos en camping. No sabíamos bien si nos iban a aceptar porque resulta que el pasaporte uruguayo no es muy bienvenido en la zona, pero por suerte teníamos el dato de uno bueno, así que metimos autopista y a eso de las 17 o 18 hs estábamos empezando a instalarnos. Este camping estaba bien lejos de la ciudad, a más de unos diez kilómetros del centro.
La buena noticia era que había bicicletas, así que desarmamos camioneta, instalamos la carpa instantánea y su colchón, mochila, sobres. El mismo proceso de la mañana pero invertido. Me acuerdo exactamente de ese campamento, los baños estaban a unos 20 metros de la carpa, unos amigos instalados muy cerca, un recepcionista bastante amargo pero que nos recibió bien. Dormimos y al otro día nuevamente arriba, y arriba de la bicicleta.
Referencias
1 – Parte Primera
1- PLATÓN, República, Libro VII, Mito de la Caverna.
2- Cano de Faroh, Alida, 2007. Cognición en el adolescente según Piaget y Vygotski. ¿Dos caras de la misma moneda? Pág. 150.
3- Kant, Inmanuel, (1781). Crítica de la razón pura, B-1.
4- Ramirez, Augusto, (2009). La teoría del conocimiento en investigación científica: una visión actual. Pág. 217-224.
5- AUSUBEL, D., NOVAK, J., & HANESIAN, H. (1990). Psicología educativa: Un punto de vista cognoscitivo.
6- BLOCH, Ernst. (1973). El espíritu de la utopía.
7- Ver concepto de Psicogeografía por DEBORD, G. (1958). Teoría de la Deriva.
8- CARERI, F. (2002). Walkscapes. El andar como práctica estética, pág. 92
9- CARRERA, J. (2014). El arte de perderse. Rebecca Solnit reivindica el deambular como metáfora de una nueva forma de estar en el mundo. [online]
10- SOLNIT, R (2006) citado en CARRERA, J. (2014). El arte de perderse. Rebecca Solnit reivindica el deambular como metáfora de una nueva forma de estar en el mundo. [online]
11- GONZALEZ FREDI, E. (1993). Acerca de la metacognición.
12- GUERRA GARCÍA, J. (2003). Metacognición: Definición y Enfoques Teóricos que la Explican.
13- RANGEL ARENAS, A. (2013). Metacognición: autogestión del conocimiento para los estudiantes de la Universidad del Zulia. Pag. 82.
14- SAMPEDRO, J. (2015). La tiranía de la imagen [online].
2 – Parte Segunda
1- Profundizar en el concepto de juego en Arcos Ettlin, Carlos, 2015. URBANISMO POP (1956-1967) El ‘movimiento’ en la concepción urbana de la posguerra europea.
Bibliografía
Libros
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Imágenes y gráficos
Figura 1. EDFU 4019 (2011) <http://edfu4019.blogspot.com.uy/2011/08/analisis-reflexivo-1.html>. Consultado en Junio 2016.
Figura 2. Elaboración propia sobre dibujo por Carlos Arcos Ettlin en entrevista realizada el 7 de Julio de 2016.
Figura 3. Idem Figura 2.
Figura 4. Careri, Francesco, Walkscapes. El andar como Práctica Estética, 2da Edición, 2014. Pág. 64.
Figura 5. Elaboración propia en base a entrevista con Dra. Psiq. Cecilia Rienzi realizada el 25 de Julio de 2016.
Figura 6. Elaboración propia.
Fotografías 1, 2, 3, 4, 5, y 6 por Francisco Magnone 7 de Setiembre, 2015 en visita a Ypenburg, Países Bajos.
Entrevistas
– Dr. Arq. Carlos Arcos Ettlin
7 de Julio de 2016
– Dra. Psiq. Cecilia Rienzi
25 de Julio de 2016.
Anexo
Se adjuntan al presente trabajo:
- Sitio web donde se recopilan las diferentes partes del trabajo <http://pancho.uy/pensarse-pensando>
- Audiovisual de 3:00” de duración en donde se recuperan contenidos atmosféricos, visuales y sonoros. <https://vimeo.com/170411573>
- Documento impreso en formato librillo, el cual se encuentra publicado on-line en la plataforma Vimeo. <https://issuu.com/fmagnone/docs/publicacionopcional_v2>
Publicado por Angel Armagno | 13 de agosto de 2016 - 22:04 | Actualizado: 14 de agosto de 2016 - 11:34 | PDF
Palabras clave: conocimiento, experiencia arquitectónica, francisco magnone, memoria, metacognición, racionalidad