Capilla Notre Dame Du Haut
Programa: Capilla católica
Autor: Le Corbusier
Ubicación : Ronchamp, Francia
Año: 1952
Estudiantes :: Andrea Cáceres
Tutores :: Alejandro Folga
En 1949 Le Corbusier es invitado a realizar el proyecto y la construcción de la nueva Capilla Notre Dame du Haut, ubicada en la cima de un cerro, en un sitio cercano a la población de Ronchamp, que fue tradicionalmente un importante lugar de peregrinación cristiana.
El encargo de una nueva capilla se produce porque el edificio existente resultó muy afectado por los bombardeos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial.
Como obra fundamental de la arquitectura moderna, la Capilla de Ronchamp está doblemente caracterizada. Primero, por ser uno de los trabajos más reconocidos de Le Corbusier; y segundo, por tratarse de la obra que plantea un giro radical con respecto al lenguaje racionalista característico de su autor.
Para este proyecto el arquitecto genera una estética particular, que parte de la definición del edificio como un objeto escultórico. Esto se puede observar en varios sentidos, por ejemplo: en la elección de los materiales que utiliza para construir, o en el aspecto de sutil ligereza que presentan algunas partes de la obra, aunque se trate de gruesos muros y construcción pesada. Pero por sobre todo se manifiesta en el poético juego de luces y penumbras de su espacialidad interior.
Valiéndose de elaborados recursos arquitectónicos, Le Corbusier consigue un espacio interior armónico que invita al recogimiento y a la meditación espiritual, sentimientos propios de la fe católica.
En este artículo se pretende, principalmente, analizar los recursos con que el arquitecto logró aprovechar la luz natural como principal elemento del espacio. Luz que, por otra parte, se utiliza de manera muy diferente a los edificios de culto tradicionales.
DESARROLLO
Al diseñar la capilla de Notre Dame du Haut, Le Corbusier propone un volumen orgánico, con estructura de hormigón armado y muros con relleno de piedras, revocados y pintados de blanco a la cal. El coronamiento de estos muros se realiza mediante una cubierta ondulada de hormigón visto, de significativo tamaño.
Líneas ondulantes, curvas y planos inclinados, son los elementos compositivos que generan esta particular conjunción entre la libertad que domina al espacio y su luz interior; armonía inspirada en la carga sagrada e histórica que el entorno contiene.
Un claro ejemplo de dominio de los recursos espaciales, es la manera en que Le Corbusier controla y modifica el interior mediante el ingreso de luz. Valiéndose de pequeñas ventanas con vidrios de colores que cambian nuestra percepción del espacio de manera constante y lo dotan de vida y simbolismo.
Gracias a estos recursos, la capilla se presenta como un lugar casi perfecto para poder meditar. La luz y la sonoridad del interior juegan un papel preponderante para que los creyentes encuentren el recogimiento y la paz interior que buscan.
En el diseño abundan las formas curvas, derivadas de la naturaleza. Prácticamente todos los muros son curvos en planta. En sección las torres y la cubierta también son curvados, incluso hasta el pavimento interior se curva levemente, siguiendo la línea de la colina donde se asienta.
Los materiales constructivos se muestran en toda su pureza. Se puede decir que en esta obra existe un diálogo absoluto entre el material utilizado y la luz.
“La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz…”
La luz es uno de los elementos compositivos más notables que definen el recinto. La penetración de luz en el edificio produce contradicciones y juegos visuales con el espesor de los muros y la solidez de la cubierta.
La iluminación está controlada por el cálculo preciso de su incidencia dentro de la capilla. La intensidad luminosa va variando en función del curso solar, de forma que ésta es más intensa en las primeras horas de la tarde.
El arquitecto organiza con armonía la distribución de las fuentes de luz, de manera de prefigurar una escenografía espacial regulada en la cual se aprovechan las formas y el material. Se genera así un espacio que va mutando según la hora del día y la época del año, y por ende genera diferentes formas de percibir la capilla y su interior.
De esta manera la luz aparece como el elemento clave de esta obra, ya que se convierte en un material más. Mediante su variado manejo se crean sitios puntuales de gran claridad e iluminación, contrastados con lugares imbuidos en fuertes penumbras.
Tanto los muros como la cubierta de la capilla presentan particularidades que hacen que éste sea un espacio único para el creyente.
La cubierta
La cubierta de hormigón visto adquiere un papel protagónico al exterior, y por su gran tamaño aparece como muy pesada a la vista.
“El caparazón se apoyará, en determinados puntos, sobre la cima de estos postes, pero sin tocar al muro; un rayo de luz horizontal, de diez centímetros de espesor, resultará sorprendente…”
Le Corbusier genera un detalle de diseño que valoriza el encuentro entre el muro y la cubierta. Mediante una fina franja vidriada consigue una penetración de luz natural a la vez que produce el efecto de reducir el peso visual de la cubierta en el interior de la capilla.
Este elaborado detalle es parte de la lógica proyectual del arquitecto: al utilizar dos elementos conceptualmente distintos éstos se separan de forma física y también visual.
Fachada sur
Es la fachada donde se produce el acceso al espacio interior. La entrada se encuentra entre la torre y el muro curvo.
Este muro, de gran espesor, está atravesado por una serie de pequeños vanos organizados en una trama no regular, los cuales presentan la particularidad de tener forma de pirámide truncada hacia el interior. Lo que permite que la luz se vea reflejada en las paredes blancas, en forma suave e indirecta.
Con estas formas se consigue que el espacio interior presente una luminosidad de gran sutileza, a pesar de que se trate de pequeñas ventanas.
Como los muros de la fachada Sur presentan hasta dos metros de espesor en su base, los diferentes colores que los vidrios generan dan la sensación de esmeraldas, rubíes y amatistas “hundidas” en el espesor del muro. De esta manera Le Corbusier reinterpreta, en forma moderna, los tradicionales vitrales de las iglesias católicas.
Para Le Corbusier, lo que unifica entre sí a los objetos y partes que contiene una obra de arquitectura es la luz:
“Como ustedes pueden imaginar, yo utilizo abundantemente la luz. La luz es, para mí, el asiento fundamental de la arquitectura. Yo compongo con la luz.”
Fachada este
El muro Este presenta características que lo vuelven tan importante en el exterior como en el interior de la Capilla. Como se puede observar en planta, el altar interior está comunicado por una escalera que tiene salida al exterior mediante un balcón.
En espacio exterior alberga una pequeña capilla que está destinada a los oficios al aire libre y a las concentraciones de peregrinos que se realizan dos veces por año.
Dado que la cubierta avanza, sobresaliendo notoriamente del muro, el alero genera una protección de los elementos de la liturgia que se encuentran al exterior.
En el muro Este existe un hueco que alberga una imagen de la Virgen María, figura visible desde el exterior y también desde el interior.
Además del hueco que contiene a la Virgen, la fachada Este presenta pequeñas perforaciones distribuidas en forma irregular. Estos huecos están pensados para que, por detrás del altar interior, ingrese la luz en forma de puntos luminosos que se asemejan a una “constelación de estrellas”.
A través de estos elaborados recursos el autor intenta generar asombro en los visitantes mediante la manipulación de la luz. Asombro que encuentra su punto culminante en las fachadas Este y Sur, en el ribete de luz que ingresa por el espacio entre la cubierta y los muros. Este fino ingreso de luz no es visible desde fuera, pero desde dentro parece sugerir liviandad a la pesada cubierta de hormigón.
Las capillas situadas debajo de cada una de las tres torres son otra fuente de luz indirecta. El recurso utilizado es que la luz ingrese por lo alto y baje reflejándose por las paredes curvas.
REFERENCIAS
PAULY, DANIELE: Le Corbusier. La capilla de Ronchamp. Abada editores, 2005.
FOLGA, ALEJANDRO: Tres herramientas proyectuales. UdelaR, 2008.
FRAMPTON, KENNETH: Historia crítica de la arquitectura moderna.
COLQUHOUN, ALAN: La arquitectura moderna, una historia desapasionada.
Publicado por Angel Armagno | 13 de noviembre de 2015 - 16:52 | Actualizado: 20 de noviembre de 2015 - 15:30 | PDF