Contar el viaje 989 veces
Por Bach. Diego Morera
Siempre me pregunté cómo iría a contar el-viaje. Me causa gracia como hablamos de el-viaje y ya sabemos a cuál de los viajes nos referimos. ¿Cómo podría contarlo sin caer en lugares comunes?
Para evitar entrar en no-places narrativos y sin ánimos de ser demasiado original, me propuse hacer una lista para contarlo. Siempre me gustaron las listas. Son para mí como una magdalena proustiana capaces de condensar de una forma bastante objetiva infinitos elementos transparentes en pocas líneas. Una idea que tomé prestada de Perec.
Entonces, doy comienzo aquí a mi respuesta ante cualquier contame-del-viaje para quien tenga un poco de paciencia y cierta compartida pasión por las cosas ordenadas:
Volví de un viaje de 202 días con 77 kilos de equipaje constituido por 989 objetos. Objetos que acá van en orden alfabético:
2 adaptadores; 1 adaptador USB para auto; 1 afeitadora, que hizo las veces de peluquería portátil y compartible; 1 alfiler de gancho, legado de mi madre para enganchar cosas no-robables en el interior de mis prendas, estrategia de seguridad que opté por no usar desde el primer día; 1 alicate con motivos koreanos; 1 atlas de Europa, al que le ganó el GPS por goleada pero que no dejo de encontrar bello y que alguna vez nos brindó una de sus láminas para envolver un apurado regalo para quienes nos hospedaron en Noruega; 4 auriculares; sí, 4, todos azules; 3 baldosas, sí, traje 3 baldosas de Portugal;
Pausa.
3 billeteras, de idéntico modelo compradas en el MoMA: una en uso y dos de repuesto para cuando la número 1 deje de ser útil; 5 billetes, símbolos palpables de mi endeble economía de regreso; 3 blísters de pastillas, que por suerte no tuve que usar; 1 bola de nieve de Navidad, *nominada a Objeto de Regreso Favorito, de esas que se agitan y dentro contienen motivos navideños de cierta estética kitsch, pero que en este caso son los Beatles tocando en la nieve de Liverpool; 6 bolsas de nylon; 9 bolsas ziploc, de esos legados que seguro heredamos de los primeros astronautas y que ahora nos vemos obligados a usar en todo vuelo “por nuestra propia seguridad”;
Pausa.
1 bolso, fucsia porque estaba de descuentos por ser feo; 10 bolsos de lienzo, extraña colección que comencé en este el-viaje, mezcla de fetiche y cierto disfrute “por llevar cartera”; 4 buzos; 1 cable USB, nótese la segunda vez que aparece esta sigla y recién vamos por la letra c; 1 caja de fósforos, que en realidad no es una caja; 1 caja de lata; 3 cajas de cartón; 5 cajas de grafos; 10 cajas plásticas; 4 cajitas metálicas, nótese cómo la descripción de la caja puede variar desde lo que contiene a lo que la materializa en los últimos 6 items;
Pausa.
16 calzoncillos, usados; 3 cámaras de fotos, sí, 3, una tipo Polaroid que me regaló mi amiga suiza Lesley y dos que me regaló Mauricio, una que a su vez era de su tío y que en realidad no es mía y otra que me regaló cuando la que me regaló mi prima se rompió por una caída en un pequeño pueblo de Inglaterra de cuyo nombre no quiero acordarme; 15 camisas, todas de hermosos estampados; 15 camisetas variadas, ya en esta categoría me permito motivos lisos; 3 camperas, pues hacía frío en el invierno ibérico; 2 candados, ambos con la misma clave: 595; 5 cargadores, que cargan otros objetos;
Pausa. (¡Cuántas cosas con c!)
1 carnet de vacunas, imperdible; 1 carpeta; 1 CD, ¿suena viejo no?, 1 cédula de identidad, que vence en 2022; 1 celular; 2 cepillo de dientes, el oficial y el de repuesto; 2 chinelas, que conforman un par; 7 chirimbolos de navidad, de coloridos motivos rusos pero que seguramente fueron hechos en China; 2 chocolates, que debieron ser más; 1 cinta adhesiva; 7 cintas para rotular; 2 computadoras, nuevas, una para mí que no resultó funcionar bien y una para un amigo que sí funcionó; 1 corona rusa, para mi sobrina que gusta de las princesas;
Pausa.
6 cuadernos, 3 muy usados, 2 usados y 1 sin usar; 3 cucharas rusas, una para cada miembro vivo de la casa; 3 cucharitas, robadas de cafés de Estambul y Nápoles (¡menudos lugares para robar!); 1 cuchillotenedor-cuchara, increíble invento sueco; 1 desodorante; 1 diario Le Monde Diplomatique, que compro para sentirme intelectual; 2 diplomas por viaje en globo, expedidos en Cappadocia pues ser un turista que viaja en globo en Turquía parece ser cosa seria, uno mío y uno de mi amiga Jimena; 2 enanos de jardín, *ganadores de la categoría Objeto de Regreso Favorito, uno es Roso, nacido en Suiza y que viaja conmigo desde 2009, y el otro su barata imitación china comprada en San Sebastián que traje a mis sobrinos para la casa en La Floresta;
Pausa.
95 folletos, por bellos y para sacar ideas; 1 forro de computadora; 1 fotómetro que acompaña las ya mencionadas cámaras; 18 fotos carnet, que no sé por qué tengo; 15 fotos polaroid, de 15 momentos que merecieron su retrato instantáneo; 1 frasco de perfume, con forma de lingote de oro pero que huele muy bien; 2 frascos de tinta, para pluma; 1 gallo de metal portugués, comprado en Coimbra; 1 gel de ducha, 1 GPS, de la camioneta; 11 hojas de papel; 3 imanes; 1 Japan Railpass; 1 Jesús de pesebre, que compré para mi amiga Micaela con quien a veces nos reímos de la religión; 1 juguete japonés, fruto de algún afán consumista nipón; 1 kit de costura, sin uso;
Otra pausa.
17 lapiceras, todas iguales de la marca japonesa MUJI; 4 lápices; 2 lápices mecánicos; 1 lentes 3D, que tomé de algún museo en Francia al que recuerdo que fui solo; 2 lentes de sol; 14 libretas; 1 libro para colorear; 65 libros, sí, compré en total 65 libros reflejo de una clara sensación de ahora-o-nunca en las librerías que ante la duda me hacía llevar todo y de una decisión de no enviar encomiendas en ningún momento de el-viaje por un cierto tipo de castigo anti-consumista: lo que compro lo cargo conmigo hasta el final;
Pausa y ya vamos por la letra l.
1 linterna, ¡a dínamo!; 1 mapa de Tokyo; 14 marcadores; 8 marcadores japoneses, que son diferentes de los 14 anteriores; 42 medias, que conforman 21 pares, por lo general coloridas ya que disfruto esa sensación de dejar entrever un color entre lo oscuro de la continuidad pantalón-zapato; 4 mochilas; 94 monedas, que de niño coleccionaba y que sigo juntando ya no con el mismo ímpetu; 1 muñequito, sin especificar; 2 necesers; 1 negativo de fotos revelado en Berlín por ansiedad; 2 pantalones, que suena a poco; 4 pañuelos, de colores y para el cuello; 1 paquete de bandas elásticas, que no sé qué uso le puedo dar pero no pude tirar;
Pausa.
1 paquete de curitas; 2 paquetes de chicles; 5 paquetes de figuritas, de la década del 90 y que compré en una tienda vintage de un barrio de esos víctimas de la gentrificación en Chicago; 5 paquetes de fotos polaroid, sin usar y para futuros lindos momentos post-viaje; 5 paquetes de hojas de origami, ¡cómo no compralos!; 2 paquetes de pañuelos descartables, que acompañan al ítem Tubo de vitaminas comprado en Madrid; 2 paquetes de stickers; 1 pasaporte, que le gana a los demás por una simple cuestión de necesidad imprescindible;
Pausa.
3 pegatinas; 1 pendrive, de 16 GB; 1 pieza de fieltro, comprada en Berlín y que dice Joseph Beuys; 1 pilot de lluvia; 2 plumas, alemanas; 2 pomos de crema; 42 postales; 2 potes de crema; 3 preservativos, sin usar, claro; 1 protector de enano de jardín, para proteger a mi enano de jardín favorito; 2 ratoncitos de goma, que me regaló mi amiga Patricia que trabaja en un laboratorio con este tipo de animales en Irlanda; 1 reloj, de marca, que encontramos en la calle en Rusia y que creí era de un nuevo-rico ruso y pensaba venderlo, pero que sospecho que es falso por sus malas terminaciones;
Otra más y ya casi terminamos.
1 reproductor de música, que graciosamente gané con una rifa que me compré a mí mismo; 1 riñonera dorada, *nominada a Objeto de Regreso Favorito, que compré en Los Ángeles y que en Las Vegas la gente me halagaba al grito de “funny fanny-pack!”; 53 rollos de fotos, que explican las 2 cámaras analógicas y que estoy ansioso por revelar: a veces siento que tengo un tesoro de momentos de luz de todo el mundo; 1 rotulador; 3 sacos; 2 sellos, me refiero a dos objetos para sellar, 1 para poner la fecha como los que usan en biblioteca y otro para poner números; 116 sellos postales, para regalarle a mi amiga Kenzo pues le hacen acordar a su abuela; 4 shorts; 1 sobre de tela; 12 sobres de papel; 17 sobres plásticos; 9 souvenirs genéricos, de esos que todo el mundo tiene; 1 tablet cuya pantalla muestra todo en tonos de rojo y verde luego de que la pusiese al lado de uno de los imanes nombrados en la letra i; 31 tapitas de botellas, para el padre de Juan Pablo que las colecciona;
Pausa.
9 tarjetas, algunas de crédito, algunas de débito y algunas que acreditan que soy periodista; 1 taza; 3 tijeras, promoción de IKEA; 1 tintero, para los 2 sellos; 1 toalla de esas de ese material nuevo que se seca enseguida pero que no logra imitar la sensación placentera de una toalla normal; 1 trompo de vidrio que me regaló Mauricio en Murano por mi cumpleaños; 2 trompos de madera, comprados en Praga; 1 tubo de vitamina C, madrileño; 2 valijas, generosos objetos capaces de llevar la mayoría de los antes enlistados; 1 vaso de vidrio, de Rusia y 8 zapatos**.
Listo.
4,9 objetos por día.
Sí, 4,9 objetos por día, ¡qué capacidad!
Sin embargo, lo que más llamó mi atención no fue ese dato. Sino el número 989. Correspondiente al total de los objetos, que maravillosamente coincide con el número de mi vuelo de vuelta AA 989 y con mi año de nacimiento 1989.
¡O sea, que volví de mi el-viaje en un vuelo 989 con 989 objetos y un cuerpo, no incluido en la lista, de 1989!
Hace unas semanas me descubrí intentando volver a encontrar algún 989 en mi existencia cotidiana. Luego de tanta lista, temo haber empezado a creer en la numerología. Pero soy paciente, sé que están por venir y no los tengo que buscar.
Lo que me gusta es pensar que, tal vez, cuando vengan, aquel el-viaje pase a ser el-primer-viaje o, por qué no, el-primero-de-mis-989-viajes.
** Todos los datos numéricos utilizados son reales.
La narración precedente fue Segundo Premio en la novena edición del Concurso Literario de la Facultad de Arquitectura, llevado a cabo durante el año 2016.
Publicado por Fernando García Amen | 3 de junio de 2016 - 11:38 | Actualizado: 5 de junio de 2016 - 11:43 | PDF