TESHIMA ART MUSEUM. Ryue Nishizawa – Rei Naito
Primer amanecer en Japón para el primer grupo de estudiantes que volaron desde Los Ángeles a Tokio, para luego de varias horas en el Shinkansen llegar cansados y ansiosos a dormir a Osaka. Más de 40 estudiantes discuten en el hall del hotel sobre la mejor manera de llegar a Teshima, ya que el museo de Nishizawa cerrará por mantenimiento el resto de la semana y por entonces estaremos lejos en Tokio abordando la aventura de la mitad norte del país.
Alternativas de trenes centrales y locales nos ponen rumbo a un recorrido que nos acercará de a poco, desafiando ansiedad y paciencia, primero al puerto de Uno y luego de surcar las aguas del mar interior a la isla de Teshima. Un pequeño puerto recibe al grupo, apenas algunas casas alineadas en una brevísima linea que da paso casi enseguida al nacimiento del camino que serpenteando va subiendo sin pausa entre las verdes y húmedas sierras, y revela en cada nueva curva sorprendentes vistas sobre el mar y el puerto que dejamos atrás. Plantíos de arroz y el sonido permanente del agua que escurre en pequeñas cascadas al costado del camino acompañan el peregrinaje de los estudiantes que apuran de a ratos el paso queriendo acercar la llegada a la meta, el Museo de Arte de Teshima.
La fila para pagar el ingreso, se mueve y avanza bajo la persistente duda de si valdrá la pena pagar los 1500 yenes que cuesta la entrada al recinto.
Por delante está ahora el angosto sendero que conduce a la estrecha boca de ingreso a la cual accedemos luego de quitarnos los zapatos y de ser advertidos de respetar la calma y tranquilidad interior preanunciada por los funcionaron que nos dan la bienvenida.
Los estudiantes, en pequeños grupos van entrando como siempre y anuncian con diálogos entrecruzados la excitación del instante. Instante extinguido que da paso a recorridos que se dispersan bajo la bóveda protectora y que dan paso -muy- rápidamente al silencio, a detenerse, acomodar las pupilas a la clara penumbra del día nublado, a observar y escuchar fragmentos breves de imágenes, sonidos… reflejos, agua…. agua viva, en movimiento!!!
Pequeños charquitos y lagunas se arman y desarman en gotas dispersas que resbalan rápidamente por las suaves depresiones del suelo creando paisajes diminutos paisajes lacustres cambiantes. Estamos obligados casi a aproximarnos, agacharnos, arrodillarnos y finalmente a echarnos en el suelo para disfrutar en soledad compartida de una particularísima comunión con un universo tan natural como artificial como el creado con magistral sensibilidad y precisión por Nishizawa y Naito.
La desilusión inicial por no poder tomar fotografías se convierte pronto en agradecimiento al permitirnos focalizar nuestros sentidos en la experiencia vital que transcurre frente a nosotros.
El tiempo en la blanca caverna universal se detiene, y abandonar el recinto se vuelve casi imposible. La experiencia provoca una atracción primaria, esencial, infantil que crea en el visitante un estado de amable sorpresa y buen humor atravesado por trazos palpables de ternura existencial.
Las fotografías fueron tomadas durante la visitas realizada en el 2016 con los estudiantes de la generación 2009.
Enlace con dos videos necesarios:
CONSTRUCCIÓN
EXPERIENCIA
Aníbal Parodi Rebella, EDD G09, Bloque 01
Publicado por Dr. Arq. Anibal Parodi Rebella | 19 de junio de 2016 - 02:27 | Actualizado: 3 de marzo de 2017 - 11:48 | PDF